Día de Tianguis
En días anteriores viaje a la ciudad de México DF, fue un viaje de placer y como muchos de los que ahí nacimos y nos encontramos en el exilio no me son ajenos los días de tianguis, solo que esta ocasión, después de muchos años de ausencia lo vi con una óptica distinta, algo incrédula podría decirse, y por primera vez en toda mi vida disfrute como ninguna esas visitas.En compañía de un familiar visite, avanzada la mañana, un tianguis de Sábado por el rumbo de Vallejo; el tianguis hay que caminarlo despacio, no se podría visitar de otra forma porque la mayoría de los vecinos asisten y es inevitable una breve charla con ellos, por lo menos un saludo; los puestos son diversos, se encuentran fácilmente verduras, quesos, carnes y ropa, la señora de los tlacoyos y quesadillas de maíz azul, los tacos de bistec, los cueritos en salmuera, gordas, sopes y flautas son indispensables, las frutas con chile y limón necesarias para abrir boca, el puesto de las chácharas es visita obligada y los juguetes de madera (esos tan olvidados en este nuevo siglo) siempre llaman la atención, los puestos de compactos y DVD’s demuestran que después de todo el salario mínimo no lo es tanto cuando se le sabe utilizar.
No todos los tianguis son iguales: también en ellos existen clases. No es lo mismo uno en Insurgentes Sur que en Xochimilco, o el de Lindavista con el de Vallejo; otras ciudades tienen sus propias versiones pero ninguno que allá visitado me ha sabido igual. Esa tarde recordé mi infancia en el tianguis de los viernes por el rumbo de Coyoacan, lamente no tener 9 años, lamente estar tan lejos de mi tierra (concreto sería más indicado), lamente que mi tianguis local no tenga el sabor de un consomé de borrego en una tarde de Sábado en el DF.
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Pasele marchantito
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