Si Hades fuera chilango y Atenea la Primera Dama

agosto 26, 2004

Crónica de un secuestro anunciado

Ya teníamos la sospecha de que pasaría. Habíamos recibido varias amenazas, pero no creímos que llevaraa cabo tal fechoría...

Los hechos:

9:50 a.m. El primer mensaje de alerta. La sospecha del secuestro ya era inminente.
10:00 a.m. El Avisaron que lo tenían en su poder. Una sola llamada bastó para comenzar la locura.
10:28 a.m. Después de varias llamadas, se acuerda que es necesaria una prueba de vida. Llega la evidencia
10:35 a.m. Se acuerda el rescate.
4:47 p.m. Regresa el individuo a su hogar, sano y salvo.

El secuestrado, el secuestrador, la prueba de vida y el feliz retorno.

Claro que después de ver la fotografía de la prueba de vida, hay quienes aseguran que fué un autosecuestro, con el objetivo de obtener fondos para seguir con la pachanga.

También dicen que lo vieron de jurado en el concurso de Table Dance que hiciera Adal Ramones en días pasados... Eso puede justificar su gran sonrisa....


agosto 11, 2004

Apoyando al telendro

Haciendo una pausa en nuestro diario acontecer, anunciamos que este blog apoya 100% al telendro mexicano, para que logre su cometido. ¿que que obtendrá? Pues que nos importa, los mexicanos nos apoyamos entre sí, y este us uno de esos ejemplos. Así que sin más ni mas...

¡¡¡ Arriba el TELENDRO !!!


Actualización: Anuar nos da una mejor explicación de lo que es el telendro. Además da premio si te unes....


agosto 09, 2004

Elogio de la mujer brava

Articulo enviado por un amigo hace tiempo. Escrito por Héctor Abad


A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viragos, marimachos. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo, y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan, y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan, y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio, y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa, y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche, y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros, y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar, y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Somos animalitos todavía, los varones machistas, y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes, y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza: nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.


agosto 03, 2004

Manifiesto de un católico que dejo de serlo.

En 1492 Colón llego a América. Un par de años después Cortés llegó a tierra azteca con un puñado de soldados, gripa y viruela bajo el brazo tomando para España un imperio. A los dueños de esas tierras les fue arrebatada la identidad, a cambio se les entrego un idioma y una religión, la fe en los dioses de piedra les fue cambiada por la promesa de un paraíso tras la imagen de un profeta clavado en una cruz.

Más de 500 años de fe y religión católica hicieron de Tenochtitlan un pueblo creyente, hasta la medula de los huesos, me atrevería a afirmar que hasta impresa en los genes de todos sus habitantes. Hace casi 15 años que cuestione la validez de aquellas enseñanzas aprendidas de mi madre y de colegios empeñados en hacerme un buen cristiano; con la ignorancia en la mente y el deseo de justificarme como parte de esa comunidad decidí apartarme de ella y escuchar otras voces, otras ideologías; fue entonces que me declare laico.

En esa búsqueda de identidad religiosa perdí sin percibirlo aquella razón que daba energía a mis creencias de vida después de la muerte, tome libros y vida para explorar un mundo sin santos, sin profetas, sin imágenes que venerar. Mi educación escolar me presento a la ciencia como alternativa de fe, en ella encontré razones en las cuales creer, entendí la naturaleza humana, la sociología, la biología pero sobre todo las matemáticas, estás últimas mi mejor herramienta para modelar mi vida, de un tiempo a otro el cielo se describía en elementos químicos y modelos matemáticos que la hacían comprensible a cualquier ser humano sin importar su religión.

Mi deserción de las filas del catolicismo familiar fue un duro golpe para mi madre, para mi familia. Ellos no entienden una vida sin fe, sin religión, sin creencia en una resurrección; me tomo varios años hacerme del valor para defender mis dudas ante la voces de personas a las que amo y que se empeñan en regresar a esta oveja al camino de la fe. Sin embargo mi más difícil batalla la libro conmigo mismo cuando de creer en lo imposible se trata, al punto en que en ocasiones flaqueo y me dejo guiar a una iglesia y rezo. Como en toda batalla hay momentos para combatir, momentos para ceder e instantes para considerar capitular; es en esos momentos que tomo fuerza de la ciencia, pero sobre todo de la naturaleza como regidora de los destinos de toda la raza humana, las reflexiones a las que invitan los defensores de la ciencia son mis armas para defender su supremacía ante todo lo concebido por el hombre. Estás reflexiones me han llevado a concluir que si bien es cierto intento transitar mi vida de la forma más imparcial posibles el gen de la religión siempre se refleja en los momentos de incertidumbre cognitiva.

En más de una vez me he visto levantando una plegaría por aquellos que amo y que de una u otra forma ven alterada su vida para bien o para mal, se que puede parecer hipócrita mi proceder, titubeante mi liacicidad, pero creo que solo en templos suyos podré de alguna manera honrar a los sentimientos que no puedo entregarles de una forma que les es ajena. Termino estás líneas con la esperanza de que las generaciones futuras puedan hacerse de una fe propia, ejercida por decisión y no por imposición, libres de las ataduras de la herencia. En cuanto a mi espero caminar mi vida con la fe en lo creado por la naturaleza, espero que la iglesia haga para si la perfección que le es negada por su origen humano. Espero que este mundo no lo divida la religión.