Si Hades fuera chilango y Atenea la Primera Dama: diciembre 2005

Escondidas

Cuando era pequeña y esperaba a que me encontrara el compañero de turno (si, aquel que contaba mientras me escondía, con la inútil esperanza de que no me encontraran) pensaba en el futuro: en ese en el cual no sabía cuales serían mis amigos, mi novio, como sería mi boda y hasta el como serían mis hijos.

Hoy, después de pinche mil años, lo veo con claridad. Conozco a esos amigos con los que he compartido más que vivencias, pederas y gusto parecidoa en música, películas, colores y modos de vestir.

Este fin de semana ha estado lleno de sorpresas, noticias, malabares y trabajo. y en vísperas del año que viene, aun no se lo que será de mi y de mi vida. Tal vez tengo una vaga idea de lo que puedan ser los tazitucitos, pero aún no se lo que eso puede llegar a significar en mi vida. Aún no me decido a tenerlos. Sin embargo hoy, 18 de diciembre de 2005 puedo considerarme feliz.

1, 2, 3 por mi y por todos mis compañeros.

No hay suficiente café

No existe suficiente café en la ciudad para aguantar esta espera. Los días los paso intentando creer que en el trabajo los horas se gastarán mas rápido con el deseo de encontrarte en la copiadora, en la recepción o al doblar la esquina; manejo entre las calles intentando encontrar en esta ciudad una idea para gastarme el tiempo que ocupo para acariciarte con la memoria, camino por el parque intentando encontrar en él al Dios que te puso en tu camino y solo encuentro tu espacio vació al lado del mío. Este lugar es demasiado grande desde que no estas, me pregunto cuando regresaras.

No existe suficiente café en la casa para aguantar tu ausencia. Al llegar a casa cuando el hartazgo de vivir en sociedad me pide regresar a mi refugio busco tu aroma en las escaleras que conduce a mi apartamento y solo encuentro un aire denso, pesado, amargo; me dirijo a la cocina con la idea de comer algo que me ayude a vivir, hurgo en el refrigerador en busca de alimento y tu no estas ahí; busco en la habitación la huellas de nuestro amor, los recuerdos adheridos a las paredes, las palabras dulces esperando debajo de las almohadas; solo esta el eco del monologo que tuve conmigo anoche, los susurros de una puerta cerrada desde afuera, las promesas agonizantes de tu regreso, un silencio que me quema el alma. Esta casa es demasiado grande desde que no estas, me sigo preguntando cuando regresaras.

No existe suficiente café es esta taza para aguantar tu abandono. Sentado frente a aquella cama que me exige tu cuerpo para darme el descanso, observándola sin mirar en ella motivo para retenerla, justo entre sorbo y sorbo de este negro café que intenta ayudarme a encontrar los motivos que te han alejado de mi, te busco, te dibujo, te escribo, te invento, te reinvento, te espero, te deseo, te necesito. Exijo a este silencio que me de los argumentos de tu partida, las fuerzas para no morir de olvido. En el fondo de mi taza no te encuentro, no existe suficiente café en mí que me ayude a vivir sin ti, esta habitación, esta vida, este segundo, este corazón es demasiado grande desde que ya no estas, me sigo preguntando que será de mí sin ti.