Si Hades fuera chilango y Atenea la Primera Dama

julio 14, 2004

Esquela para una boda

Hace unas semanas asistí a una despedida de soltero: un buen amigo de la universidad se había decido a dar legalidad a lo que en palabras de un sureño se podía llamar amasiato, el padrino en cumplimento de sus obligaciones había citado en punto de las 22:00 hrs. en su casa a los amigos más cercanos para compartir la última noche en soltería de un camarada.

Cinco cartones de cerveza tipo Munich (León), dos botellas de buen tequila y una de whisky fueron presentadas como encomienda para la ocasión, como todo buen padrino no faltaron las bailarinas que en punto de las 23:00 nos daban una cátedra de lo que unas caderas bien torneadas podían hacer en el sistema endocrino de un hombre a punto de jurar exclusividad ante la sociedad y su hasta ese momento novia.

Las bromas y los chistes estuvieron presentes en todo momento y no falto el clásico discurso de un amigo ebrio recordándole las ventajas de ser soltero, de las desventajas estar casado y de los kilos que de ahora en adelante se agregarían a lo que vagamente se le podría llamar cintura; lo noche transcurrió entre alcohol y camaradería pero como era de esperarse los asistentes poco a fueron retirándose y solo los más allegados nos quedamos a conversar y a compartir los minutos restantes de la soltería.

Cinco quedamos alrededor de la mesa platicando de los años en la universidad, de las aventuras juntos, de lo que llamamos los ?buenos tiempos?; entre remembranzas y ajustes a la memoria llegamos al momento en que mi amigo conocía a la que hoy es su esposa. Recordó, con algo de nostalgia, el momento en que estrecho por primera vez su mano con la niña de ojos lindos que compartía el departamento de una buena amiga de tertulias, el encuentro fue fortuito, ellos se encargaron de hacerlo frecuente al punto en que meses después ya era un hecho tácito su noviazgo, que a muchos parecía inverosímil dadas las diferencias ideológicas y religiosas.

Al amparo del recuerdo y unas copas, uno de nosotros le pregunto si estaba seguro de estar haciendo lo correcto, si era tenía la certeza que ella es la indicada para intentar compartir una vida; él volteo a uno foto suya en la mesa de centro, tomo su cerveza y con ella al centro dijo salud y comenzó a hablar.

"Un fin de semana convertido en puente decimos ir a su casa en la ciudad de Puebla. Conocería a sus padres y su ciudad que desde hace tiempo afirmaba como la más bella sobre la tierra. Una mañana de miércoles tomamos maletas, las subimos al auto y nos dirigimos a Puebla, sus padres nos esperaban el Jueves avanzado el medio día pero nosotros llegamos ese mismo miércoles en la noche, decidimos alquilar una habitación y recorrer aquellas calles de las que tanto hablaba.

El recorrido lo empezamos en el zócalo, visitamos la catedral y recorrimos los portales. Yo me sabía ajeno a esa ciudad pero sus palabras me hacían en sentir calles propias, me pertenecían tanto como a ella los recuerdos de una infancia de algodones de azúcar y globos de la mano de su padre, terminamos en el Café Amparo escuchando trova y regresamos al hotel a una cuadras de allí sobre la 7 sur entre la 9 y la 7 poniente si no mal recuerdo. Esa noche hicimos el amor totalmente desnudos, sin precauciones, sin incertidumbres: llegamos a su casa después del medio día así que nos quedamos toda la mañana en cama acariciándonos como intentando redibujarnos con la memoria.

Tomamos el desayuno en la habitación, y ahí fué cuando supe como quería despertar todas las mañanas. Tanta felicidad no cabía en mi, no podía detener tanta emoción, tanto amor, el cual se me escapaba de entre mis ojos, toda esa energía entre su piel y la mía me hicieron comprender que había encontrado lo necesario para dar sentido a mi vida, MI VIDA CON ELLA. Se acerco y con besos tomo mis lágrimas para si mientras en su regazo calmaba mis temores y alimentaba mis esperanzas."


Al terminar su relato un silencio reino en la pieza, era evidente ninguno de nosotros conocía la felicidad de que hablaba, ya eran casi las 7:00 hrs y la misa empezaría a las 12:00 hrs, el padrino tenía que terminar con la encomienda y presentarlo media hora antes en condiciones para celebrar una boda.

La misa transcurrió sin contratiempos y en su rostro se reflejaba la seguridad de estar haciendo lo correcto, en el lugar y tiempo correcto, no titubeo cuando se le pidió honrar el sagrado lazo del matrimonio, la recepción fue excepcional, cuando nos despedimos no deje de pensar en que si bien es cierto los solteros perdíamos un miembro, una ella había encontrado un él que sumados dan un ellos, en el cual nosotros no éramos más que testigos mudos de un compromiso adquirido en una noche de miércoles y que dudaría toda una vida, aunque nadie sepa cuanto tarda una.