Si Hades fuera chilango y Atenea la Primera Dama

septiembre 09, 2004

Una tarde de lluvia

Esta tarde me encontré contigo en el elevador, nos saludamos y comenzamos la charla, al salir de ese espacio nos sorprendió una tarde lluviosa, inusual en esta época, sin mayores pretensiones nos invitamos un breve caminar al estacionamiento, quizá los pormenores del día valían la pena, quizá simplemente los autos estaban cerca. En lo momento de despedirnos convenimos continuar en tu casa.

Recorrimos las calles hasta tu casa, la lluvia se calmo, el silencio entre la oficina y tu casa lo invertí en el trabajo, por un momento me olvide de ti, al llegar, a milímetros de abrir tu puerta el silencio se rompió con el acuerdo de salir y caminar, después de todo la lluvia había cesado, nos daba la tregua necesaria para desear caminar las calles aledañas. A la primer calle me descubrí deseando lloviera nuevamente, la noche ya era evidente, el cielo nublado no me permitía ver la luna y ella pedía llegará la lluvia.

La luna siempre cómplice, siempre hermana, siempre sabía, me concedió el deseo, a la tercer calle la lluvia comenzó a caer sobre nosotros, no dejamos de charlar, intentabas encontrar las palabras para hacerme creer, entre tu voz y el murmullo de la lluvia cayendo sobre mi entendí que para creer no necesito razones, necesito de ti, de la lluvia, de una caminata sin rumbo, de un respirar compartido.

Las gotas de lluvia cayendo sobre muestra piel, encontrando el camino a la tierra que les es un fin intermedio, encontrando millones de caminos a través de mi, de ti, el viento soplando sobre nosotros haciendo evidente los caminos de las gotas, fundiendo esos caminos en complicidad con el tiempo, demostrando que aún los más divergentes puede convertirse en uno. Ahí me encontraba yo deseando caminar de tu mano, imaginando esta como la primera de muchas caminatas juntos, deseando un mañana sin tanto espacio entre nosotros, compartiendo algo mas que ideas, compartiendo un camino nuestro.

El reloj nos obligo a regresar, a tu casa, a mi realidad, a mi auto. Nos despedimos, tu pensando en la siguiente tarea, yo en la calle anterior. Ya en casa me quite la ropa húmeda, tome un baño y me puse ropa seca; las gotas de lluvia aún las siento caminar, aún veo los mechones de tu cabello mojado en el humear de mi taza, aún escucho tu voz en el golpear de las gotas contra el cristal de mi ventana, intento tomarles pero se me escapan entre los dedos, el humo, las gotas, tu voz, todas ellas escapando de mi.<>Los minutos, los metros, las calles que ahora nos separan hoy se sienten menos que ayer, les acortamos cuando caminamos bajo la lluvia, esas calles ahora obscuras y solitarias ya no están entre tu y yo, están en nosotros, en nuestra memoria, en nuestras nostalgias, no se cuando caminaremos juntos de nuevo, pero desearlo es razón suficiente para creer en mañana.