Si Hades fuera chilango y Atenea la Primera Dama

febrero 16, 2005

Mi lista sin ti

Llevo varios meses inmerso en esta rutina del vivir, trabajo y más trabajo es en lo que he gastado el tiempo, en ocasiones convivo con mis semejantes, la mayoría de las veces por necesidad; llego a casa para servir el café en la misma taza en la que lo serví ayer y seguramente en la que lo serviré mañana, tomo la ducha previa al descanso corporal por mas de una hora y calzo estas mismas pantuflas que me acompañan desde la universidad, intento no pensar mucho para descansar bien.

Sin embargo esta noche fue distinta, camino a casa, atorado en el tráfico de esta gran ciudad me he dado a la tarea de lamentar tanta perdida de tiempo, saco cuentas de lo poco que hago por mí y lo mucho que hago por esta empresa que ya tiene más de tres razones para mostrarme la salida. En un semáforo en rojo, justo cuando me pregunto por las horas que no encuentro en mi rutina suena el móvil, aunque su sonido taladra mis pensamientos y vocifero maldiciones a tan diminuto aparato, al ver la pantalla que anuncia al culpable de mis malos humores encuentro esas horas que igualan la ecuación.

Mientras hablo contigo me preocupa no matar a nadie, ya sea con el auto o con los argumentos, reconozco que cuando se trata de ti me cambia el semblante, la vida no parece tan carente de sabores, de razones; tu voz cambia este infierno que me impongo y del que se dice antecede al paraíso que tendré que merecer con lo hecho hoy. Soy afortunado de tener que esperar aquí y ahora, cerca de ti, cerca de tu aliento. Acordamos charlar en el café de siempre, mañana, después de las 21:00.

El resto del camino la transite sin pensamientos, sin premuras, sin maldiciones. Al llegar a casa tomo del buzón las tres tristes cartas de los bancos que son los únicos que aún me escriben (lo dejarán de hacer en cuanto salde cuantas con ellos), arrojo saco, corbata y un par de conclusiones al sillón; pongo en café en mi taza, enciendo un cigarro y me dirijo a mi cuarto para terminar con esta rutina.

Al entrar a la habitación escucho a mi extraño y buen amigo Block deslizándose entre la cómoda, camino al librero, ya en la parte más alta de este me pregunta por ti mientras esboza esa risa burlona y cómplice que solo los buenos amigos saben otorgar, le enciendo un cigarro para sentirme acompañado y me siento a hablar de ti. Hable por un par de horas de ti, en cada anécdota, en cada recuerdo un risa se dibuja en mis labios; intento describirte con palabras pero aún ellas no son justas con lo que siento y creo de ti. Le hablo no solo de lo vivido sino de lo que deseo vivir, de los sueños en los que estas aún sin saberlo.

Tomo el último sorbo de café y cigarro, mientras exhalo aquel humo que me ha ayudado a tenerte en esta habitación, un último pensamiento sentencia lo que Block ya sabe, me he enamorado de ti; él sonríe, deja caer dos libros de aquel estante en el que me escuchaba y se aleja para regresar a la noche, me acerco para regresarlos a su lugar y me percato de sus intenciones; un recopilación poética y un diario; este ultimo abierto en una lista de metas a lograr entes de los 30.

No queda mucho tiempo ya para hacer el balance de esa lista escrita a los 20; es curioso pero no estas tu, no esta en la agenda el enamorarme; ahora tendré que decidir si regresar a las intenciones de hace casi 10 años o describirte con palabras ajenas mientras arrojo la lista por la ventana. Por ahora solo espero compartir el café y la charla mañana.