Si Hades fuera chilango y Atenea la Primera Dama

marzo 30, 2005

Hablar de ti

Mucho me han hablado de ti, aunque ninguno te ha visto. Todos ellos hablaron como si alguna vez les hubieses acompañado a la caminata de media noche y si les sentáramos a todos ellos alrededor de una mesa, ninguno de ellos hablaría de ti de la misma forma; todos ellos saben de ti lo que el momento les permitió entender, lo que el viento les permitió escuchar, te dibujaron con los pocos rayos de luna que tenían a la mano. Yo no te tengo pero te busco.

Un viejo me dijo que nunca se sabe donde estarás, que puedes estar agazapada en la siguiente esquina camino a los deberes, entre los arbustos del parque de la siguiente cuadra, o latente en el congelador de casa: saltas como felino sobre la presa, a veces juegas a las escondidas mientras te diviertes con la impaciencia y esperanza del corazón, sabes que la resistencia siempre será magra y en ocasiones hasta pueril. No matas a nadie, pero le haces sentir que es en cualquier momento podría suceder.

Los amigos me dicen que pareces un ángel: tomas a la gente entre tus manos y les enseñas a volar, los acompañas al punto mas alto del cielo para dejarles caer y durante la caída se suele maldecir tu nombre. Aunque nadie ha muerto por la caída; siempre quedan fuerzas suficiente para levantarse y caminar de nuevo mientras se observa el cielo en busca de ti. Se transita la vida preguntándose cuando regresarás o cuando te irás, nadie tiene suficientes razones para responderse porque nunca son necesarias, es una perdida de tiempo intentar entender.

En estas últimas semanas creí haberte visto cerca de los Girasoles que descansan en un florero de la cocina, una vez más te descubrí entre mis ropas al regresar del trabajo, saliste del libro que descansa sobre el buró, a un costado de la cama, te metes en el alma para calentar tu cuerpo. Te he observado correr a la ventana de la sala cuando el timbre suena, y haces rabietas si te desilusiona la imagen, llevas papel y lápiz a la oficina para que te escriba un poema, o me muestras los colores para que te dibuje un sueño en tonos pastel. Pones aquella canción de la universidad en la radio mientras escribes en la palma de mi mano las partituras que dictan los latidos del corazón cuando te acercas a mi vida, me susurras al oído mil razones por la que no estarías conmigo y una por la cual volver a preguntar si quieres ir a casa esta noche, pones café para dos, me sientas a la mesa, sirves una taza, me besas en la mejilla, pones un duda entre mis dedos para jugar con ella mientras sales de casa.

No tengo certeza alguna conmigo, quizá y solo quizá me has enseñado que nada se puede predecir, que tu estas aquí porque sabes que te necesito y aunque todos me hablen de ti, nadie sabe porque llegaste y cuando te irás, pero mientras estés cerca seguiré pensando que eres real, que eres mía, o que nunca lo serás.